domingo, 29 de septiembre de 2013

Mascotas

Una mascota es una de las mejores cosas que hay. Es aquel cosito que te quiere sin esperar nada a cambio. Es...perfecto, por muchos defectos que la otra gente les vea.
Una de las peores cosas que te pueden pasar es perder a ese animalito. A mí me acaba de suceder hoy.
Me levanté temprano porque pensaba ir al planetario a ver una exposición sobre el Sol (cosas de astronomía, luego lo explicaré en otra entrada). Más o menos a las 6:30 am. Resultó que al saludar a Bonnie (mi hamster) me dí cuenta de que no estaba en su jaula.
Mi madre y yo buscamos por absolutamente todos los sitios (desde mi habitación, en la 2ª planta, hasta el sótano) y no la encontrábamos.
Por plantear un hipótesis se nos ocurrió que quizá se hubiese escapado por el patio cuando mi padrastro abrió la puerta para irse a trabajar.
Cuando me di cuenta de que era lo más lógico me entristecí mucho. Sabía que le podía pasar cualquier cosa y que la pobrecilla andaría indefensa por ahí. No me apetecía ir al Planetario, pero ya había quedado con una amiga y no le iba a quitar la ilusión.
Sentía una pena y una preocupación que me golpeaba el pecho y sin embargo notaba cómo no podía exteriorizar ese sentimiento, me parecía raro de mí misma que no llorase por la pérdida del hamster.
Después de regresar del Planetario (lo admito, por unos minutos me olvidé del asunto), mi madre estaba a punto de cocinar unos fideos. Inexplicablemente, la vitrocerámica no encendía. Apresuradamente, cogimos varias herramientas y nos pusimos a quitar el horno de la cocina. Cuando lo empezamos a mover, oí un leve sonido agudo. Supe que era ella. Cuando termiamos de sacar el horno, ella estaba encima, por sonde están los cables de la vitro. Los había roído todos. La miramos, la sacamos, ella nos miró con una cara que tenía mezcla de alivio , pero también de molestia al haberla sacado a la luz. La cogí, y la estrujé suavemente contra mi cuerpo. Ella, que solía corretear de arriba a abajo, no se movía, se quedó quietecita mientras me olisqueaba. Me reí, me reí hasta tal punto que lloré y otra vez me sorprendí de mi misma.
Ahora no tenemos cocina, pero me da igual porque sé que ella está viva y que la tendré siempre a mi lado.
Te quiero, Bonnie.

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